Soltera Otra Vez

Ayer comenzó una nueva teleserie en uno de los canales nacionales. Con un título bastante llamativo, no pude resistirme a la tentación de verla.

Normalmente el primer capitulo es el mejor, es el más entretenido, es donde más rápido pasan las cosas y puedes determinar de ahí en adelante cómo se desarrollarán los acontecimientos.

Pero no es eso lo que quiero analizar, sino el hecho que la protagonista sufre una decepción amorosa grande y lo que hacen sus amigas y su madre.

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sufrido una desilusión amorosa y sabemos que no todos actuamos igual. Si hay algo que no soporto de cuando sufro algo así es que mis amigos traten a esa persona que me desilusionó de la peor forma.

Obvio, porque sea como sea, aún ocupa un lugar importante en mi corazón. El amor no se va en un segundo, se demora en salir y el respeto que siento por esa persona perdura por lo menos durante un tiempo. Y me hace sentir tremendamente mal cuando escucho a mi alrededor frases cliché como “no te merece”, “es un poco hombre”, “es un imbécil”, “te mereces algo mejor” y etc., etc., etc.

Anoche veía ese instante en el que la protagonista está en estado de schock y sus amigas lo único que hacen es echarle más tierra encima a algo que ya está sucio. Uno no necesita de esas palabras precisamente, uno necesita un abrazo y que la dejen hablar todas las tonteras que se le ocurran.

Si, tonteras, porque uno se vuelve irracional. Pero insisto, es sólo por un tiempo, ese tiempo de “duelo” de pérdida irremediable.

Nada peor lo que la madre le dice en un minuto “a lo mejor la que está mal es usted, usted no le supo dar lo que él necesitaba” ¡A la hoguera la vieja!

Patético, fue de verdad patético. Porque de una madre uno espera comprensión, no que le echen la culpa de la situación. Mi mamá también es así: todo el mundo tiene la razón menos uno.

Agradezco a Mr. Right por haber dejado pasar varios días antes de comunicarse conmigo, eso me hizo poder tomar un respiro y ver las cosas desde otro punto de vista, más tranquila, más relajada. ¡Vaya que me conoce! Sabía que no podía buscarme al otro día, sabía que estaba con rabia.

¿Y ahora? Pues nada, ahora ya sé que esto no tiene vuelta y que sufriré en silencio algunos días hasta que su ausencia ya no duela. Tomaré una gran bocanada de aire y seguiré mi camino.

Posiblemente sola, como siempre.