Ya viene el Otoño

Las semanas se han sucedido rápido y casi nadie se da cuenta que ya estamos ad portas del otoño. Algunos cambios sustanciales en el color de las hojas de los arboles, los amaneceres cada vez más tarde y la proyección de nuestras sombras en el suelo.

La gente normal no se fija en estas cosas, soy una anormal que vive mirando la naturaleza que la rodea, aún dentro de la ciudad. Yo creo que somos pocas las personas que sabemos reconocer el peak del verano y cuando comienza a decaer para convertirse en otoño.

Si hasta mi ciclamen dio flores… y esa es una planta de invierno por lo que podría pronosticar un adelanto en las bajas temperaturas y un invierno más frío.

Y si, este será un invierno frío y muy complicado en Santiago de Chile. Será un invierno marcado por las movilizaciones de estudiantes y toda organización social que se sienta disconforme con el sistema.

El terremoto nos cambió no sólo la vida, sino que la forma de ver a nuestro alrededor. Lo que ayer nos parecía bueno, hoy nos parece insuficiente. Para mi sencilla forma de ver las cosas esto es realmente un problema pues me siento muy incómoda cada vez que las personas a mi alrededor comienzan a quejarse.

A veces creo que las persona se quejan más de lo que debieran. Hay cosas que considero son justas pero ellos siempre quieren más y lo peor, con el mínimo esfuerzo.

Puede ser que el hecho de haberme criado en una familia de mucho esfuerzo me haga sentir que nadie merece más si no trabaja para eso. Veo mucha gente que exige y exige sin dar nada a cambio.

Las personas me desilusionan rápidamente.

Y vuelvo a insistir en algo que alguna vez ya dije, no es que yo sea conformista, pero sé que si quiero algo más, debo luchar y trabajar por eso, nadie va a venir a tocarme la puerta y decirme “toma, te traje lo que querías”

El chileno se malacostumbró a que le dieran todo: bono de invierno, bono de escolaridad, bono por bodas, bono por hijo, bono por la 3º edad, bono… bono… bono… Pero las arcas no son un barril sin fondo que siempre tenga dinero para regalar. Eso es lo que la gente no ha querido entender en todo este tiempo.

En fin. La vida sigue.

Este viernes salgo al fin de vacaciones. No tengo mucho panorama pero al menos podré descansar. Está la idea de acompañar a mi amiga Claudia al sur pues tiene que hacer algunos trámites y podríamos aprovechar de acompañarnos, pasear y disfrutar juntas ese viaje. No sé, aún no hay nada concreto pues ella tiene que ver algunos temas aún antes de poder decidir si hacemos o no el viaje. Yo tendré dos semanas y esto podríamos hacerlo la segunda semana de mis vacaciones, cuando ella ya esté un poco más tranquila.

Por lo pronto en el trabajo la persona que me molesta volvió de vacaciones y la verdad es que he tratado de no encontrarme con ella para evitar problemas, incluso trato de evitarla. No sé si es lo mejor, pero me quedo tranquila sabiendo que cada día tendré que ve3rmenos con ella en el trabajo.

Y Mr. Right. Tanto que me critican al pobre cabro. Este miércoles saldremos a cenar juntos. Es primera vez en cuatro años que saldremos juntos. Harto tarde, si, lo sé. También sé que esta tardanza simplemente refleja la posición que ocupo en su vida, posiblemente un paso más adelante solamente de sus cactus.

Me tiene tan desilusionada, pero espero y espero a que su actitud cambie, a que se de cuenta que su forma de tratarme no ha sido de la mejor. Pero los hombres son extraños, muchas veces creen que lo hacen muy bien, pero no se dan cuenta que meten la pata una y otra vez.

¿Qué por qué lo aguanto? Ni yo estoy segura de eso, hasta hace un par de meses atrás podría decir que me sentía enamorada de él. Pero hace rato que esa sensación que tenia se me pasó. Me aburrí de ver como una y otra vez aparecían mujeres rondándoles a las cuales él tomaba como una amiga más, a lo mejor alguna invitación, alguna insinuación y de pronto desaparecían. Fijo que desaparecen cuando él se para frente a ellas y les dice “Yo no te he prometido nada”

No voy a conocer esa frase, la conozco y la comprendo. De ahí mi desilusión. Recuerdo cuando recién nos conocimos. Era mucho más cariñoso que hoy día, era una época complicada para mí donde dormía muy poco pues los nervios me tenían con insomnio, sólo en sus brazos era capaz de dormir una hora y sentir que había sido toda una noche.

A lo mejor por eso sigo aquí, marcando el paso a su lado. Porque aún creo que un día volverá a ser el mismo que fue. 

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