Problemas a la Vista
Hacía mucho tiempo que no tenía problemas con alguien en el trabajo. Pero esta semana la cosa está que explota, más bien, explotó el día de ayer.
Desde mi puesto de trabajo presto ayuda al departamento de Contabilidad realizando el ingreso de las facturas a dos sistemas operativos distintos pues se está migrando de uno a otro, mientras dure este periodo, debo clasificar por obra las facturas llegadas para poder ingresar en forma correcta.
Los problemas los tengo porque a la persona que le entrego diariamente las facturas no le gusta mi trabajo. O más bien como me han dicho mis compañeros de trabajo, el problema pasa por algo personal, no laboral.
Pero son tantos los problemas que me genera, que ayer ya exploté y solicité a la gerencia de la cual dependo no seguir realizando esta función.
Todos los días ella llega con un problema nuevo, que hice mal algo, que una factura no correspondía a la obra ingresada. Me han contado las personas que trabajan cerca suyo, que hasta cuestiona la forma como les pongo fecha a cada una de las facturas.
Tomando en consideración el volumen de facturas llegadas día a día, promedio 65 en el último mes pero este se está elevando por sobre las 70 diarias, ella debiera quedarse calladita y promover el low perfil pues si yo dejo de alimentar los sistemas ella tendrá que hacerlo, obviamente que eso más su trabajo habitual.
Pero yo ya no doy más. No dan instrucciones por escrito, todo en base a la conversación que es algo normal que se converse, pero uno siempre espera una confirmación por escrito de lo acordado. Lo peor es que no son conversaciones en reuniones, sino que son conversaciones de pasillo que no se formalizan. Luego, cuando alguien comete un error, la excusa es “si te lo dijimos” pero ¿dónde está la formalización de lo conversado? En ninguna parte.
Esto tiene un solo nombre: Falta de Profesionalismo.
Ayer me acordé mucho de Marcelo producto de todo este conflicto. Él una vez me preguntó por qué me gustaba tener enemigos. Hasta el día de hoy sostengo la tesis de que el problema no es que me guste tener enemigos, al contrario, no creo que a nadie le guste. A lo mejor es una predisposición natural hacia algún fenotipo de personas que hace que la convivencia entre ellas y yo no funcione.
Echo de menos a Marcelo, las largas conversaciones, sobre todo en periodos como este donde necesito alguien que me tire las orejas y me diga en verdad qué es lo que estoy haciendo mal o cómo poder actuar mejor para poder salir airosa.
Mister Right sólo se limitó a decir que estaba en lo correcto pero sin un consejo. Bue… por lo menos me compra yogurt para el desayuno.
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