Primer Día del Último Año

Así le dicen las personas que creen que se acaba el mundo este año. Este es el primer día hábil del último año de la humanidad. ¡Pero qué estupidez creer en el fin del mundo Maya! Partamos porque los Mayas profetizaron un cambio de “ciclo” y terminemos porque eran sangrientos. ¿Qué más se puede pedir de ellos?

Lo que sí podemos pedir es un poco de cordura en las personas de nuestra era que se supone son civilizados.

En fin, la noche de Año Nuevo fue un completo y rotundo fracaso. Salimos a cenar con mi familia a un restaurante y luego iba a ir al departamento de un amigo con mi amiga la Señora Jueza para compartir las primeras horas del Nuevo Año. Pero a las 11 de la noche cuando salí del restaurante me vino un gran dolor de cabeza que terminó en jaqueca. A las 0 horas estaba tirada en mi cama casi sin poder abrir los ojos y rogando porque las fiestas y el ruido en la calle cesara luego. Una pena.

No sé de dónde me vino ese dolor de cabeza tan agudo, entre el Martín Seco y el Vino Rosé… no sé.

El viernes me junté a almorzar con mi vieja amiga Vero. Hacía años que no la veía y muchos más que no conversábamos tranquilamente. Sentada en el restaurante la miraba y me daba cuenta que los años no han pasado, sigue siendo ella misma y espero no haber cambiado mucho para que tuviera la misma percepción.

En su época ella fue mi mejor amiga, le confié muchas cosas y ella a mí, jamás he revelado secretos e historias contadas por ella. Lamento hasta el día de hoy nuestro alejamiento producto de un correo que en su época le envié en apoyo moral por una metida de pata de su hasta hoy marido.

Yo a Antonio siempre lo he querido mucho y esto jamás hubiese pasado si él no hubiese hacheado el correo de ella, porque todo lo que dije lo hice en un minuto de calentura. Tan típico eso en los humanos, esa necesidad de dar rienda suelta a nuestra verborrea sin tomar en cuenta las consecuencias. Y después nos quejamos.

Me preguntó por la Moira… me reí mucho cuando lo hice pues mentalmente me la imaginé con los ojos llorosos frente a su jefe contando alguna triste historia para luego irse de juerga y gastarse todo el dinero en drogas y alcohol. Al puro estilo Moira.

Hacía tiempo que nadie me preguntaba por ella ni que la recordaba. Creo que hoy día su recuerdo no alcanza ni para mal recuerdo… simplemente es apenas un recuerdo.

Ayer llevamos a mi tía para la casa. Sinceramente está cada día peor y encuentro que cada vez es menos conveniente sacarla del hogar. Es increíble como se descompensa fuera de él, como comienza a ponerse nerviosa y le vienen miles de preocupaciones sobre el campo, la tesorería, los pagos, etc. Ayer cuando la fuimos a dejar nos quedamos con ella un rato para que nuestra ida fuera menos traumática para ella.

Es que uno sufre cuando la deja ahí, no es fácil. Pero sé que mientras nosotros no estamos ella lo pasa genial. Para la fiesta de Navidad que se organiza en el hogar todos los años, compartimos mesa con otra abuelita, La Señora Mirto, y su familia. Mientras estuvo la hija de la Señora Mirto, ella insistía que le dolía el estómago, que no se sentía bien. Incluso yo me preocupé y pensé realmente que estaba mal.

En eso la hija con el nieto se fueron. Yo creo que aún no llegaban a la reja de salida cuando la Señora Mirto se levantó y se puso a bailar.

¡Menos mal que le dolía tanto el estómago que tenían que llamar médico! Ahí supimos que es normal que ella reclame dolores para que su hija no se vaya, pero apenas lo hace, ella vuelve a la normalidad.

Lo mismo debe ocurrir con mi tía, cuando estamos por irnos nos pone ojos de cordero degollado, se queja de todo el mundo en el hogar, pero apenas nos vamos se transforma en una abuelita común y corriente que comparte, ríe y conversa con todo el mundo.

Todos vamos para allá, sólo espero que me falte mucho tiempo.

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