Fiestas, Hijos y Algo Más


El sábado fue un día altamente extraño. Fue un poco algo así como “Recuerdos del Pasado” Mezclado con una extraña pesadilla.

La Cata me comentó durante la semana que la Chik la había invitado a ella y su hijo al cumpleaños de su hijo mayor quien cumplía 4 años. Como hacía mucho tiempo que no veía a la Chik me pareció interesante ir y me ofrecí a llevarla. Claro, siempre y cuando la Cata se lo comentara a la Chik y esta no tuviera problemas en recibirme.

Así que, plano en mano, partimos el sábado hasta el otro lado de Santiago. Debo conocer apenas ¼ de su extensión total. Fui un reverendo chiste por las calles de Santiago, partiendo porque el domingo terminaba la edición del Dakar 2013 y se suponía que la Alameda estaba cerrada, así que tomé Catedral esperando llegar por ahí hasta Avenida Las Rejas.

Pero nadie me dijo que Catedral no llegaba hasta allá.

En un minuto de desesperación por no conocer el sector poniente, me detuve y activé el GPS. La tecnología a favor de los desvalidos como yo.

El barrio era… mmm… como se los explico sin que me traten mal… era malo, no tengo otra palabra para describirlo. Cuando llegué y durante todo el tiempo que estuve ahí, me sentí transplantada a una realidad que no es la mía.

Debe ser muy difícil para una persona entenderme. No me molesta que me digan que soy cuica, estirada, fresa, rosa, levantá… me da lo mismo. No soy de esos barrios y me siento pésimo en ellos.

Luego vino la segunda parte, esa donde todos se jactan de lo lindos que son sus hijos, que duermen poco porque los bebes no los dejan dormir y esa frase que me cargó “¿No querías tener hijos?”

No entiendo. De verdad que no entiendo.

Bueno, cuando salimos de ahí descubrí que me había dado una gran vuelta por todo Santiago y había una ruta mucho más rápida y mucho más cercana. Bueno, ya dije, no conozco el sector poniente de Santiago, normalmente sólo me muevo por el sector oriente. Si tuviera algo que hacer por otros lados seguramente conocería, pero no es así, toda mi familia vive en el sector oriente y además trabajo en él. ¿Qué quieren que haga?

En fin, cuando volvimos a la casa de la Cata me quedé porque su pareja había organizado un asado y me habían invitado.

Duré menos que un dulce.

Bajo la misma tónica, llegaron todos con sus bebes y el único hombre solo que había, también llegó con su bebe.

Lo más curioso fue que los reclamos continuaron iguales a los que había escuchado más tarde. Todos ellos en relación a lo distinta que era la vida y las fiestas dos años antes. Como lo pasaban de bien sin hijos, etc., etc., etc.
En el fondo ninguno de ellos se quejaba en sí de sus hijos, sólo se quejaban de la forma como hoy día eran sus fiestas.

Pero la duda me quedó dando vueltas todo el fin de semana ¿por qué se quejaban tanto? A ninguno le escuché decir “¡Qué buenas eran nuestras fiestas hace dos años! ¡Pero por nada del mundo cambio a mi hijo!”

Esa frase me faltó, esa frase no escuché en ninguno de los presentes.

No voy a negar que tuve minutos de rabia, más que rabia, de envidia, pero luego me contuve porque comprendí que simplemente esa vida no es para mi, que nací para otras cosas.

Pareciera que nací para estar sola no más porque hasta aquí no he tenido ni una relación decente, de la cual me pueda sentir orgullosa o de la cual tenga frutos.

Comentarios

Nekki dijo…
Es políticamente incorrecto decir que te arrepientes de tener hijos, por eso no lo dicen y lo compensan quejándose... nadie lo va a aceptar, pero por algo la queja...

Como sea, quien sabe lo que pase de aquí a unos años, capaz que en un par te leamos hablando de niños y quejándote porque no te dejan dormir...

Saludos.

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