La Cola del Diablo
De vez en cuando uno se ve envuelta en situaciones desagradables. Ya sea por buena persona o por mala intención. Lo claro es que el mal rato uno lo pasa y aprende para la próxima. Aunque a veces (como en esta ocasión) uno nunca sabe cómo, cuándo, ni a qué hora se verá en el ojo del huracán.
En la empresa hay una persona que fue contratada como chofer. Este personaje se caracteriza por su buena disposición, su amabilidad y caballerosidad. Mi relación con él ha sido siempre muy buena y no ha salido del ámbito laboral.
Hace un año, cuando la Fran se fue, esa persona le escribió un correo donde le declaraba su amor. Perpleja Fran le dijo que nunca lo había visto de otra forma que no fuese laboral.
Y aquí comenzó a meter el diablo la cola.
El personaje tenía mina y la mina hackeaba el correo personal del mister en cuestión, enterándose de todo lo que él hacía. Contactó a Fran y le dijo que se alejara de él porque ella estaba primero.
Como la Fran no le interesaba el mister que no fuese de otra forma que de amigo, no dijo nada y se alejó de él.
De vez en cuando siempre hablamos las dos de cómo podíamos hacer que el mister cambiara su clave de acceso a sus correos personales para que ella no siguiera entrando.
Hace cosa de dos meses (o menos) el mister me pidió ayuda porque quería irse de donde vivía “lo más lejos posible”, según sus propias palabras. ¿Qué hice yo? Lo que cualquier persona habría hecho: ayudar.
Me dediqué en mi casa a buscar por Internet, arriendos en el sector que me había pedido y se los fui enviando a su correo electrónico.
No pasaron ni dos días cuando la mina me contactó porque quería contarme todo lo que pasaba entre ella y el mister, que estaba muy mal porque él la iba a dejar y otras cosas más que no venían al caso.
En realidad, a mi no me iba ni me venía, así que no contesté. Pero ella insistió una y otra vez, hasta que ayer por la noche (aburrida con el acoso) le di la opinión que tanto quería.
Obvio que no le gustó mi respuesta ¿cómo le iba a gustar si yo sabía que intervenía el correo del mister, que se interponía entre él y cualquier amiga? Si hasta me confesó que amenazó a una ex novia de él con decirle al marido de ella que tenía amoríos con el mister.
Su respuesta me dejó al principio perpleja, luego atónita, para terminar con una rabia. Estaba muy enojada, tremendamente enojada, con ganas de imprimir todos los correos de la mina y enviárselos por mano al mister para que supiera qué clase de mujer tenía a su lado.
Llamé a la Moira, le conté a Pedro y, al final, llamé al mister y le pedí que hablara con su mina para que me dejara en paz porque, de lo contrario, yo le iba a contar todo lo que ella le había hecho. Ni siquiera se lo iba a contar, le iba a imprimir los correos para que se enterara por propias palabras de ella, las barbaridades que había hecho.
El pobre no sabía dónde meterse y comenzó a pedirme perdón. Él no tenía para qué pedirme perdón porque no había hecho nada malo y así se lo hice saber.
A la media hora la mina me mandó un correo disculpándose. No sé si él la llamó por teléfono o se asustó pensando que yo en verdad le voy a contar todo al mister. Obvio que no contesté pues no seré parte de un juego absurdo en el cual estoy de invitada sólo por tratar de ayudar y me he tenido que llevar un mal rato.
Por experiencia sé que hay amores malos, que hacen daño, amores egoístas que quieren al ser amado sólo para sí y para nadie más, incluso anteponiendo la verdadera felicidad del ser amado. Esos amores no debieran existir, no voy a decir que debieran ser castigados porque tengo claro que el mayor castigo es no ser correspondido.
No sé cómo me metí en una historia que no es mía, es prestada. Es una historia que no quiero porque no me corresponde. No quería dar una opinión porque sabía de antes que iba a terminar mal.
Dicho y hecho. El Diablo metió la cola y me hizo pasar un muy mal rato.
En la empresa hay una persona que fue contratada como chofer. Este personaje se caracteriza por su buena disposición, su amabilidad y caballerosidad. Mi relación con él ha sido siempre muy buena y no ha salido del ámbito laboral.
Hace un año, cuando la Fran se fue, esa persona le escribió un correo donde le declaraba su amor. Perpleja Fran le dijo que nunca lo había visto de otra forma que no fuese laboral.
Y aquí comenzó a meter el diablo la cola.
El personaje tenía mina y la mina hackeaba el correo personal del mister en cuestión, enterándose de todo lo que él hacía. Contactó a Fran y le dijo que se alejara de él porque ella estaba primero.
Como la Fran no le interesaba el mister que no fuese de otra forma que de amigo, no dijo nada y se alejó de él.
De vez en cuando siempre hablamos las dos de cómo podíamos hacer que el mister cambiara su clave de acceso a sus correos personales para que ella no siguiera entrando.
Hace cosa de dos meses (o menos) el mister me pidió ayuda porque quería irse de donde vivía “lo más lejos posible”, según sus propias palabras. ¿Qué hice yo? Lo que cualquier persona habría hecho: ayudar.
Me dediqué en mi casa a buscar por Internet, arriendos en el sector que me había pedido y se los fui enviando a su correo electrónico.
No pasaron ni dos días cuando la mina me contactó porque quería contarme todo lo que pasaba entre ella y el mister, que estaba muy mal porque él la iba a dejar y otras cosas más que no venían al caso.
En realidad, a mi no me iba ni me venía, así que no contesté. Pero ella insistió una y otra vez, hasta que ayer por la noche (aburrida con el acoso) le di la opinión que tanto quería.
Obvio que no le gustó mi respuesta ¿cómo le iba a gustar si yo sabía que intervenía el correo del mister, que se interponía entre él y cualquier amiga? Si hasta me confesó que amenazó a una ex novia de él con decirle al marido de ella que tenía amoríos con el mister.
Su respuesta me dejó al principio perpleja, luego atónita, para terminar con una rabia. Estaba muy enojada, tremendamente enojada, con ganas de imprimir todos los correos de la mina y enviárselos por mano al mister para que supiera qué clase de mujer tenía a su lado.
Llamé a la Moira, le conté a Pedro y, al final, llamé al mister y le pedí que hablara con su mina para que me dejara en paz porque, de lo contrario, yo le iba a contar todo lo que ella le había hecho. Ni siquiera se lo iba a contar, le iba a imprimir los correos para que se enterara por propias palabras de ella, las barbaridades que había hecho.
El pobre no sabía dónde meterse y comenzó a pedirme perdón. Él no tenía para qué pedirme perdón porque no había hecho nada malo y así se lo hice saber.
A la media hora la mina me mandó un correo disculpándose. No sé si él la llamó por teléfono o se asustó pensando que yo en verdad le voy a contar todo al mister. Obvio que no contesté pues no seré parte de un juego absurdo en el cual estoy de invitada sólo por tratar de ayudar y me he tenido que llevar un mal rato.
Por experiencia sé que hay amores malos, que hacen daño, amores egoístas que quieren al ser amado sólo para sí y para nadie más, incluso anteponiendo la verdadera felicidad del ser amado. Esos amores no debieran existir, no voy a decir que debieran ser castigados porque tengo claro que el mayor castigo es no ser correspondido.
No sé cómo me metí en una historia que no es mía, es prestada. Es una historia que no quiero porque no me corresponde. No quería dar una opinión porque sabía de antes que iba a terminar mal.
Dicho y hecho. El Diablo metió la cola y me hizo pasar un muy mal rato.
Comentarios
Saludos y ojala que la historia haya quedado ahí...