La razón de mi enfermedad

He estado enferma toda la semana. El lunes por la mañana comencé a sentir mucho frío y no se me quitaba. Por la tarde ya tenía todos los síntomas de un resfrío galopante que me dejó ayer en la cama.

Hacía un par de años que no me resfriaba, normalmente no me enfermo por lo que esta vez me dio con todo.

Mis defensas estaban bajas el viernes pasado, para la fiesta de la empresa.

Salí de casa como a las 18:30 porque este año el show comenzaba una hora más temprano de lo habitual. Me puse unos aretes de brillantes, heredados de mi bisabuela, una blusa negra y el abrigo de piel de coipo de mi mamá. Lo de los aros fue solamente porque no tengo otra ocasión donde usarlos, lo del abrigo no fue excentricidad, sino por un tema práctico: es muy calentito y abrigador.

El cóctel estuvo pobre en cuanto a cantidad de comida, pero de lo bueno poco como dicen por ahí. Para tomar había de todo en abundancia (y eso que se suponía que la gerencia iba a reducir la cantidad de alcohol)

Luego pasamos al comedor y nos dimos una hora y media de aburrido discurso del gerente general, más videos institucionales, saludos y otras cosas más.

Estaba tan aburrida que me puse a llamar al Pelao en mitad del discurso:

Yo: Aló??
Él: Si?
Yo: Pelao, estoy aburrida
Él: Qué? No te escucho
Yo: Estoy aburrida!
Él: Yo también, me estás llamando para que te quite el aburrimiento?
Yo: Sí, dónde estás?
Él: En el Estadio Español, y tu?
Yo: En Casa Piedra
Él: Estamos cerca, a qué hora te desocupas?
Yo: Por mi me desocuparía ahora mismo pero aún no han servido la comida
Él: Yo tampoco he comido, hablemos en un ratito más

En fin, ese panorama era mucho mejor para mí que quedarme sentada soportando a todos los hombres de la empresa que me miraban como si no hubiesen visto una mujer en años. Normalmente no me molesta que me miren, es más, dependiendo de la persona que lo haga me provoca una indiferencia total; pero, cuando esa mirada se torna en “hambre” me molesta, me incomoda y me dan ganas de enfrentarme con ella y decirle que por qué no mira mejor a su mujer.

Bueno, el encuentro se realizaría a la una de la mañana en su casa, yo calculé irme alrededor de las 00:30 horas pues, a esa hora, no había mucho tráfico. Pero el muñeco me llamó casi a las 00:20 diciéndome que debía llegar a las 00:45 a más tardar. Tenía menos de media hora para cruzar todo Santiago.

Salí corriendo, no me despedí de nadie, me equivoqué al tomar la salida y me perdí, me pasé como cinco semáforos en rojo. Finalmente me encontraba a la mitad del camino a la hora pactada.

Un poco descorazonada lo llamé para decirle que no podía cumplir con la hora y que me perdonara. Felizmente él también iba tarde. “¡Qué bueno!” le dije “puedo dejar de pasarme las luces rojas”

Y producto de haberme ventilado demasiado, me enfermé. Aún no puedo salir del resfrío y no me he atrevido a llamarlo para preguntarle cómo está porque, suponiendo que yo tengo las defensas más altas del común denominador de la gente y tomando en consideración que además me vacuné a principios de temporada contra la influenza, él debe estar tres veces peor que yo.

Y qué más da, al fin que lo estoy pasando espectacular a su lado, sin importar lo que el resto del mundo pueda decirme.

Comentarios

Anónimo dijo…
Que lindo que escribes!!!...
y eso de estar haciendo algo que a ti te tiene feliz es super vàlido....me identifico contigo.
Cariño
Laura Rivera
Anónimo dijo…
Pues eso es lo importante... que tu lo estes pasando bomba, lo que opinemos los demas al diablo...

Cuidate ese resfrio, yo tambien de acabo de resfriar de nuevo T_T

Saludos!
Unknown dijo…
dile al pelao q no te destape tanto los pies pues pilis

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