Castillos en el Aire

Desde muy chica que me ha gustado soñar, sueños de todo tipo, desde lo más ilógico hasta lo más normal. Siempre me decían que era malo estar siempre soñando porque la vida no es un sueño, aunque tratemos de aparentar que sí lo es.

Pues una vez más he estado levantando castillos en el aire que yo misma me encargo de echar abajo. Es curioso y cómico a la vez ver cómo mi mente divaga en los momentos más increibles para pensar y construir un futuro distinto al que se me ha vaticinado.

Yo no tengo la culpa de imaginarme tantas cosas, es en el tiempo de ocio donde encuentro tiempo para refugiarme en mis castillos y sus jardines.

Pero todo tiene un lugar y una razón de ser. Es aquí donde los sueños surten efecto contrario: me siento atraída por un hombre y tengo miedo de crear un imperio de cristal que se venga abajo al menor estornudo.

La mente fría y el corazón también ¿A quién se le habrá ocurrido pensar semejante idiotez? Es imposible tener ambos fríos, menos en una persona como yo a la que la mueve la pasión.

Bueno, dejaremos que el tiempo pase y trataremos sólo de hacer una choza de cristal y no un castillo.