Visita al Odontologo
De chica nunca me gustó ir al dentista ¡lo odiaba! pero tenía que ir: producto de la prolongada ingesta de antibióticos durante mi primera tierna infancia, mis dientes quedaron... digamos... pa'l gato.
La semana pasada sentí una pequeña molestia en un diente, escusa suficiente como para tomar una hora.
Una visita al odontólogo para mí significa una buena manicure, un buen maquillaje, buen peinado, buena ropa y una actitud de Carrie Bradshaw paseando por las calles en el Soho de Nueva York.
Obvio, cuando te das cuenta que debes ir a ver a tu odontólogo y este fue tu novio - amante durante mucho tiempo, hasta una depilación completa es bienvenida.
Tomen en cuenta que yo odiaba a los dentistas, hasta que a los 18 años (por error involuntario de una amiga) conocí a Javier. Por otro error involuntario (pero esa vez de mi parte) me subí a su auto y terminé enredada con él por casi 10 años.
Ibamos y volvíamos, nunca peleábamos, simplemente uno de los dos se alejaba (debo reconocer que el 99% de las veces era yo quien me alejaba por ir detrás de otros hombres) Pero siempre volvíamos a estar juntos.
¡Era entretenido ser la amante de Javier! Era mi época de estudiante universitaria que tenía un "amigo" 10 años mayor que ella, que la iba a buscar a la Universidad para llevarla a almorzar dignamente. El amigo incondicional que me daba dinero en forma mensual para que me alcanzara mejor el dinero que papá le daba.
Fueron buenos tiempos.
Media hora antes de la salida, me encerré en el baño de la oficina, me cambié los pantalones por otros más cool, me arreglé el pelo, volví a maquillarme y salí lista para la cacería.
Más que cacería, siempre cuando me toca ir a verlo mi mente se queda pensando en lo tonta que fui: lo pude tener todo y lo dejé ir. Cuando me dijo que quería tener un hijo conmigo, lo quedé mirando y le dije "¿Estás loco?". Cuando descubrió que su mujer le era infiel (¡mira quién lo descubrió! el marido más fiel de todos...) y tenía todo para separarse de ella, lo quedé mirando y le dije "Piensa en tus hijos, no los dejes solos"
Al final, se separó de su mujer, le dió lo mismo los niños y se fue con otra mujer (la "cara'e caballo como le digo yo). Con la que hoy día ya tiene dos hijos.
¿Y yo?
- Veo que no te has casado...
- ¿Se nota mucho? (le dije mientras levantaba la mano izquierda pensando ¡tonta, no te pusiste ningún anillo!)
- ¿Cómo lo has pasado?
- Ahhh... pues bien, aquí, disfrutando de la vida...
Como si un anillo hubiese cambiado su pregunta. Una tía se atiende con él y cada vez que va, él la interroga sobre mi vida completa.
Bueno, por lo menos mis dientes están bastante bien y la molestia es sólo porque se me quebró un pedacito de diente. Mañana debo volver a su consulta.
¡¡Qué me pongo!!
La semana pasada sentí una pequeña molestia en un diente, escusa suficiente como para tomar una hora.
Una visita al odontólogo para mí significa una buena manicure, un buen maquillaje, buen peinado, buena ropa y una actitud de Carrie Bradshaw paseando por las calles en el Soho de Nueva York.
Obvio, cuando te das cuenta que debes ir a ver a tu odontólogo y este fue tu novio - amante durante mucho tiempo, hasta una depilación completa es bienvenida.
Tomen en cuenta que yo odiaba a los dentistas, hasta que a los 18 años (por error involuntario de una amiga) conocí a Javier. Por otro error involuntario (pero esa vez de mi parte) me subí a su auto y terminé enredada con él por casi 10 años.
Ibamos y volvíamos, nunca peleábamos, simplemente uno de los dos se alejaba (debo reconocer que el 99% de las veces era yo quien me alejaba por ir detrás de otros hombres) Pero siempre volvíamos a estar juntos.
¡Era entretenido ser la amante de Javier! Era mi época de estudiante universitaria que tenía un "amigo" 10 años mayor que ella, que la iba a buscar a la Universidad para llevarla a almorzar dignamente. El amigo incondicional que me daba dinero en forma mensual para que me alcanzara mejor el dinero que papá le daba.
Fueron buenos tiempos.
Media hora antes de la salida, me encerré en el baño de la oficina, me cambié los pantalones por otros más cool, me arreglé el pelo, volví a maquillarme y salí lista para la cacería.
Más que cacería, siempre cuando me toca ir a verlo mi mente se queda pensando en lo tonta que fui: lo pude tener todo y lo dejé ir. Cuando me dijo que quería tener un hijo conmigo, lo quedé mirando y le dije "¿Estás loco?". Cuando descubrió que su mujer le era infiel (¡mira quién lo descubrió! el marido más fiel de todos...) y tenía todo para separarse de ella, lo quedé mirando y le dije "Piensa en tus hijos, no los dejes solos"
Al final, se separó de su mujer, le dió lo mismo los niños y se fue con otra mujer (la "cara'e caballo como le digo yo). Con la que hoy día ya tiene dos hijos.
¿Y yo?
- Veo que no te has casado...
- ¿Se nota mucho? (le dije mientras levantaba la mano izquierda pensando ¡tonta, no te pusiste ningún anillo!)
- ¿Cómo lo has pasado?
- Ahhh... pues bien, aquí, disfrutando de la vida...
Como si un anillo hubiese cambiado su pregunta. Una tía se atiende con él y cada vez que va, él la interroga sobre mi vida completa.
Bueno, por lo menos mis dientes están bastante bien y la molestia es sólo porque se me quebró un pedacito de diente. Mañana debo volver a su consulta.
¡¡Qué me pongo!!
Comentarios
Saludos!
A todo esto, yo también tengo que ir al dentista...