Qué Semana!!!
Harto rara la semana pasada.
Aparte de rara, agotadora.
Aún no doy el segundo paso con mi cita a ciegas, es que estoy con muchas dudas y prejuicios.
A lo mejor es la persona más normal del mundo, pero yo le ando buscando la quinta pata al gato, pensando que miente en absolutamente todo lo que me ha dicho o contado acerca de su vida, que no trabaja donde dice que trabaja, que es un gran chanta igual que todos los anteriores.
“Y si estás equivocada?” me repite una y otra vez la Moira “Y si el mino es realmente so nice?”
No sé, es que no sé qué pensar.
En todo caso, aparte de la natural curiosidad que me ha impulsado a averiguar dentro de la empresa donde supuestamente trabaja si realmente vive ahí de lunes a viernes, como que no siento mucho más.
A lo mejor una segunda cita podría servir para acercarme más a él. Una de las cosas que no pude hacer el lunes pasado fue tomarle el olor.
Y no me malentiendan, es que mientras para algunas personas es importante la vista, para mi lo segundo en importancia es el olor. No hablo del olor a recién duchado, es simplemente el conjunto de olores característicos que emana una persona.
Más científicamente, las feromonas que deja en el aire.
Bueno, siguiendo con mi semana, corrí de un lado para otro porque había que organizar el campeonato de fútbol de mi empresa, conseguir auspicios, seguir con la rutina diaria, conseguir el dinero para comprar las cosas del asado, etcétera.
El jueves por la mañana a primera hora nos golpeó una mala noticia: había muerto el hermano menor de mi jefe en un accidente automovilístico. Nos golpeó a todos pues no es fácil para nadie soportar la muerte de un joven de sólo 25 años.
Ese día me lo pasé corriendo de un lado para otro, dando explicaciones por teléfono (todos querían saber qué había pasado y cómo estaba Rodrigo), organizando un cumpleaños que no podía dejar pasar por alto hasta que por la tarde me fui al velatorio.
Fue terrible, comenzando porque el cuerpo aún no llegaba (se demoraron en el Servicio Médico Legal) y tuve que ver cómo llegaba el pequeño cortejo formado por su mamá y sus hermano. El dolor de esa mujer se me quedó plasmado en la retina.
Yo no lo conocí, pero el dolor que reinaba en el ambiente era tal, que no pude contener las lágrimas y también me puse a llorar.
Llegué a mi casa pasadas las 9 de la noche muy cansada y con una carga emocional fuerte.
El viernes fue muy parecido, con los funerales por la tarde, un dolor de piernas impresionante producto de tantas horas de pie corriendo de un lado para otro.
Y el sábado debía estar de vuelta en la oficina antes de las 8 de la mañana porque nos íbamos a la V región al famoso campeonato de fútbol.
Estuvo entretenido, tomé sol, el día estuvo precioso y redondo: todo salió de maravillas.
Y ahora me estoy recuperando de todo el vendaval de emociones y situaciones vividas la semana pasada, me encantaría quedarme en casa sin hacer nada. O mejor, me encantaría quedarme en la playa, tirada en la arena, tomando sol y harto Hawaiian Tropic.
Aparte de rara, agotadora.
Aún no doy el segundo paso con mi cita a ciegas, es que estoy con muchas dudas y prejuicios.
A lo mejor es la persona más normal del mundo, pero yo le ando buscando la quinta pata al gato, pensando que miente en absolutamente todo lo que me ha dicho o contado acerca de su vida, que no trabaja donde dice que trabaja, que es un gran chanta igual que todos los anteriores.
“Y si estás equivocada?” me repite una y otra vez la Moira “Y si el mino es realmente so nice?”
No sé, es que no sé qué pensar.
En todo caso, aparte de la natural curiosidad que me ha impulsado a averiguar dentro de la empresa donde supuestamente trabaja si realmente vive ahí de lunes a viernes, como que no siento mucho más.
A lo mejor una segunda cita podría servir para acercarme más a él. Una de las cosas que no pude hacer el lunes pasado fue tomarle el olor.
Y no me malentiendan, es que mientras para algunas personas es importante la vista, para mi lo segundo en importancia es el olor. No hablo del olor a recién duchado, es simplemente el conjunto de olores característicos que emana una persona.
Más científicamente, las feromonas que deja en el aire.
Bueno, siguiendo con mi semana, corrí de un lado para otro porque había que organizar el campeonato de fútbol de mi empresa, conseguir auspicios, seguir con la rutina diaria, conseguir el dinero para comprar las cosas del asado, etcétera.
El jueves por la mañana a primera hora nos golpeó una mala noticia: había muerto el hermano menor de mi jefe en un accidente automovilístico. Nos golpeó a todos pues no es fácil para nadie soportar la muerte de un joven de sólo 25 años.
Ese día me lo pasé corriendo de un lado para otro, dando explicaciones por teléfono (todos querían saber qué había pasado y cómo estaba Rodrigo), organizando un cumpleaños que no podía dejar pasar por alto hasta que por la tarde me fui al velatorio.
Fue terrible, comenzando porque el cuerpo aún no llegaba (se demoraron en el Servicio Médico Legal) y tuve que ver cómo llegaba el pequeño cortejo formado por su mamá y sus hermano. El dolor de esa mujer se me quedó plasmado en la retina.
Yo no lo conocí, pero el dolor que reinaba en el ambiente era tal, que no pude contener las lágrimas y también me puse a llorar.
Llegué a mi casa pasadas las 9 de la noche muy cansada y con una carga emocional fuerte.
El viernes fue muy parecido, con los funerales por la tarde, un dolor de piernas impresionante producto de tantas horas de pie corriendo de un lado para otro.
Y el sábado debía estar de vuelta en la oficina antes de las 8 de la mañana porque nos íbamos a la V región al famoso campeonato de fútbol.
Estuvo entretenido, tomé sol, el día estuvo precioso y redondo: todo salió de maravillas.
Y ahora me estoy recuperando de todo el vendaval de emociones y situaciones vividas la semana pasada, me encantaría quedarme en casa sin hacer nada. O mejor, me encantaría quedarme en la playa, tirada en la arena, tomando sol y harto Hawaiian Tropic.
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Saludos!