La Gran Cena

Y llegó la noche de la cena de las Divinas.

Debo confesar que este año el Diablo metió la cola entre medio y siento que la cosa no va hacer tan espectacular como el año pasado.

Después de varios malos entendidos, inicios de peleas y recuerdos de viejas rencillas entre las Divinas, logré juntar sólo 30.

El año pasado llegaron 44 y yo esperaba este año llegar a 50.

Me da la impresión que entre más viejas, más problemáticas se ponen algunas, me costó mucho incluso que me dijeran qué querían para comer. Es que este año me agrandé y cobré cuota anticipada para arrendar un salón completo en un restaurante de un complejo deportivo. Pero había que informar cuántas personas y qué era lo que querían comer con anticipación.

Desde que no comen cerdo hasta las vegetarianas, traté de darles en el gusto a todas pero fue imposible. Siempre se me escaparon cosas.

Este año estuve mucho más desmotivada que el año pasado. No me cabe la menor duda que fue por todos los problemas, comentarios y otras cosas más que hubo en relación a la cena.

Sólo espero que en dos horas más, cuando comiencen a llegar, lo hagan felices y no se den cuenta que nisiquiera me dio el cuerpo para realizar un cartelito de bienvenida. O para inflar globos y ponerlos de adorno.

Recuerdo cómo trabajé el año pasado, creo que me pasé dos semanas acostándome después de media noche trabajando para que saliera todo bien. ¡Qué distinto ha sido este año!

Bien, repasemos: tengo la canasta llena con los recuerdos que se darán esta noche, el Dj con la música clara que tiene que poner, el micrófono listo para hablar y que escuchen lo que haya que decir.

Lo único que me falta ahora es respirar hondo y seguir adelante.