Volver a Empezar

Soy un animal de costumbres. Me cuesta someterme a los cambios y no he podido olvidar este blog.

Es cierto que seguí escribiendo a espalda de muchos de ustedes, a otros les informé y los más inteligentes encontraron la forma de seguirme.

Pero la nostalgia de volver a escribir aquí me ganó.

Así que aquí vamos, empezando de nuevo. Dejándo atrás el trago amargo bebido y tratando de seguir adelante. Sola, como siempre.

Y no es que me esté tirando al suelo e implorando compañía, sino que es algo que parece ser nació conmigo, es una constante en mi vida a la que me tengo que acostumbrar, aunque me cuesta muchísimo.

Si algo he podido sacar en limpio de todo esto, es que las buenas amistades existen, esas que están ahí día a día apoyándote, brindando su hombro y, aunque aburridas ya de la misma canción, siguen incondicionalmente a tu lado.

Yo sé que algunas personas lo único que querían era tirarme a la mitad de la carretera para que un camión me partiera en dos; les agradezco que no lo hayan hecho. Pero, sinceramente, necesitaba hablar, decir una y otra vez lo mismo para darme cuenta que todo fue en vano, que nada fue verdadero, sólo yo quería que lo fuera y creí en palabras vanas.

Bueno, mi vida se va alineando nuevamente. Sólo falta definir mi estado laboral que, dicho sea de paso, ya no me tiene tan preocupada como hace una semana atrás. Los problemas económicos siguen iguales, los problemas de salud también.

Lo único que me tiene realmente molesta son el par de kilitos que debo haber subido mientras me sumía en la depresión. No hay caso con eso, cada vez que me deprimo subo de peso.

Ahora, la buena dieta no más.