Cabeza Arriba, Cabeza Abajo

Bien dije: El Pelao llegó a puro revolverme el gallinero.

Es tan difícil mantener la cabeza en el mismo lugar cuando se trata de él, porque un día te trata como la última maravilla del mundo para luego desaparecer e incluso apagar el teléfono si es necesario.

Tengo claro que está trabajando mucho: entre el estudio de grabación, la producción de su disco, las clases en la universidad, uno que otro evento… pero ¿podría dejar el teléfono encendido de vez en cuando?

Estaba bastante decepcionada por no poder comunicarme con él, cuando el viernes en la madrugada, a eso de las 01:58 A.M. sonó mi teléfono: era mi Pelao diciéndome que había estado todo el día metido en el estudio de grabación, que quería estar conmigo, me lanzaba besos por teléfono. En fin, todo aquello que no fue capaz de hacer o decir hace casi 10 años, lo hizo en dos minutos y en la madrugada.

Es que está tan cambiado que casi no le creo sus palabras y me da pena no creerle un poquito más. Es que me da miedo pensar que la historia se va a repetir.

Me dijo una frase que se me quedó grabada a fuego “He buscado toda mi vida hasta encontrar tu alma” Obvio que tiene que ser una frase de una de sus nuevas canciones, no creo que le haya salido del alma así como así.

Pero soy mujer y esa frase me dejó en las nubes, como una tonta.

Y luego vuelta a no contestar el teléfono o hacerlo a medias, pidiendo que uno lo llame más tarde sólo para encontrarse con el teléfono apagado.

Así que, en castigo, esta es la semana de “no te llamo, no me llames, no tengo ánimo de saber de ti”

La verdad es que esta semana tengo mucho que hacer, entre unas visitas extranjeras a la empresa, hasta la reunión este sábado con las Divinas. Son tantas cosas que uno tiene que coordinar sin moverse del escritorio, es agotador aunque no lo parezca.

Además la próxima semana es el aniversario de la empresa lo que conlleva a la famosa fiesta del año, en la cual uno tiene que ir de punta en blanco, sonreír a todos, bailar con todos y hacerse la linda frente a todos.

Créanme, es agotador, sobre todo porque, al ser una de las pocas solteras de la empresa, los hombres juran que uno anda desesperada por un poco de acción y me voy a ir con el primero que me saque a bailar, o que me ofrezca un trago.

¡¡Qué patético!!

Desearía que mis compañeros de trabajo comprendieran que lo último que voy hacer es irme con alguno de ellos, por mucho que los encuentre simpáticos, jamás van a pasar de eso.