Licity...
Yo sé que no aprendo nunca... ya me lo han dicho no sé cuántas veces.
Esta mañana la primera llamada fue, como todos los 2 de mayo, de mi socia Moira. Me preguntó que hice el sábado y le conté que me fui a meter al Licity con mi hermana mayor. Así fue, fuimos a tomarnos un trago en la noche, a disfrutar de alguna cosita para picar, un buen show, buen panorama (no me pregunten por los minos porque yo no los miré, pero por lo que me dijo mi hermana había un par bastante bueno) El problema fue al salir: La mesera nos llevó la cuenta, pagamos y salimos, nos subimos al auto, lo eché a andar cuando en eso se nos acerca un guardia a increparnos porque no habíamos pagado la cuenta...
"Otra vez me vas a decir que no vuelves nunca más al Licity?" me preguntó la Moira. "Así es, ahora sí que no vuelvo más"... "Jajajaja... - escuché detrás del teléfono - la otra vez dijiste la misma tontera y te volviste a ir a meter a esa cagá" Para los que no recuerdan, ver aquel episodio denominado "Happy Hour" escrito en Noviembre del año pasado y la van a entender...
Pero bueno, yo no le podía negar la posibilidad a mi hermana de conocer el lugar, pero la voy a llevar para otro lado la próxima vez. A propósito, como se deben haber dado cuento, no fui ni con Aldo ni con nadie más, mi socio tiró pa'colina a última hora junto con su gente, pero no importa, yo sé que esas cosas pasan y las entiendo, ya no me caliento la cabeza cuando alguien me planta, mal que mal ¿a cuántos no he dejado yo plantados?
Eso me hizo recordar un episodio muy singular: Yo aún estaba estudiando en Manpower cuando conocí a un motoquero, se llamaba Alan y yo andaba como idiota con él para todas partes... hasta que, después de ponerme los cuernos con otra, de haberlo perdonado, de haber terminado y vuelto no sé cuántas veces. Un día fuí con él al Cajón del Maipo, bien arriba; tuvimos una pelea idiota como todas las que teníamos pero esta vez me bajó ese indio que todos llevamos dentro y, en un descuido, me subí al auto y lo dejé botado en medio de la nada, ahí, en medio de la cordillera, lo miraba por el espejo retrovisor corriendo detrás del auto, luego caminando, hasta que se hizo chiquitito, llegé a una curva y nunca más lo ví.
Con la Moira nos debemos haber reído un mes entero... Hasta el día de hoy nos reímos del "pobre caminante"
Cosas que pasan... gente que pasa...
Esta mañana la primera llamada fue, como todos los 2 de mayo, de mi socia Moira. Me preguntó que hice el sábado y le conté que me fui a meter al Licity con mi hermana mayor. Así fue, fuimos a tomarnos un trago en la noche, a disfrutar de alguna cosita para picar, un buen show, buen panorama (no me pregunten por los minos porque yo no los miré, pero por lo que me dijo mi hermana había un par bastante bueno) El problema fue al salir: La mesera nos llevó la cuenta, pagamos y salimos, nos subimos al auto, lo eché a andar cuando en eso se nos acerca un guardia a increparnos porque no habíamos pagado la cuenta...
"Otra vez me vas a decir que no vuelves nunca más al Licity?" me preguntó la Moira. "Así es, ahora sí que no vuelvo más"... "Jajajaja... - escuché detrás del teléfono - la otra vez dijiste la misma tontera y te volviste a ir a meter a esa cagá" Para los que no recuerdan, ver aquel episodio denominado "Happy Hour" escrito en Noviembre del año pasado y la van a entender...
Pero bueno, yo no le podía negar la posibilidad a mi hermana de conocer el lugar, pero la voy a llevar para otro lado la próxima vez. A propósito, como se deben haber dado cuento, no fui ni con Aldo ni con nadie más, mi socio tiró pa'colina a última hora junto con su gente, pero no importa, yo sé que esas cosas pasan y las entiendo, ya no me caliento la cabeza cuando alguien me planta, mal que mal ¿a cuántos no he dejado yo plantados?
Eso me hizo recordar un episodio muy singular: Yo aún estaba estudiando en Manpower cuando conocí a un motoquero, se llamaba Alan y yo andaba como idiota con él para todas partes... hasta que, después de ponerme los cuernos con otra, de haberlo perdonado, de haber terminado y vuelto no sé cuántas veces. Un día fuí con él al Cajón del Maipo, bien arriba; tuvimos una pelea idiota como todas las que teníamos pero esta vez me bajó ese indio que todos llevamos dentro y, en un descuido, me subí al auto y lo dejé botado en medio de la nada, ahí, en medio de la cordillera, lo miraba por el espejo retrovisor corriendo detrás del auto, luego caminando, hasta que se hizo chiquitito, llegé a una curva y nunca más lo ví.
Con la Moira nos debemos haber reído un mes entero... Hasta el día de hoy nos reímos del "pobre caminante"
Cosas que pasan... gente que pasa...
Comentarios