Mil disculpas
Hace tiempo que no escribo nada, creo que me ha faltado la musa de la inspiración, a lo mejor se aburrió y se fue a otro lugar. Pero, me busqué otra musa y aquí estoy otra vez.
Es curioso descubrir cómo de a poco las personas que han leido este blog me van preguntando si he escrito algo nuevo, dicen que les entretienen mis historias y yo sólo pienso que son mezcla de sentimientos con recuerdos dulces y amargos.
Pues bien, hoy quiero retomar el tema de los cumpleaños, todo porque no me he podido sacar de la cabeza que la Poly siga enojada conmigo. El otro día le mandé un correo diciendole lo mucho que yo y la Cata la echamos de menos pero no hubo ninguna respuesta. A lo mejor si le vuelvo a escribir... y lo peor es que sé que se acerca el cumpleaños de la Danielita pero no me acuerdo la fecha exacta y me encantaría saberla. Para quienes no saben quién es la Dany, es la hija de la Poly que cumple un añito de vida.
Por otro lado, estuvo recién de cumpleaños otra amiga que no veo hace mucho tiempo, la Sole, eramos compañeras del colegio y si no la llamé no fue porque no me acordé, sino porque el tiempo nos ha puesto muy distantes, tan distantes que hace más de un año que no sé nada de ella. Pero la culpa no es toda mía, ella tampoco me ha llamado... creo que no me ha llamado nunca, que siempre fui yo quien la llamaba hasta que me aburrí y perdí el contacto... así, sin más ni más.
Recuerdo cuando eramos bien chicas y estabamos en el colegio, la Sole era como la niñita rica del curso: siempre faltaba a clases y siempre andaba trayendo cosas extrañas. Gracias a ella comí kiwi por primera vez en mi vida, cuando nadie sabía que diablos era esa fruta mezcla de papa con pelos, también con ella comí (por única vez en mi vida) perdices en escabeche... rico, rico, rico... lo único malo es que todavía tenían perdigones entre medio, uno de los hermanos subía a la cordillera a cazar y pescar, de ahí ese tipo de manjar.
Pero uno crece, cambia todo a nuestro alrededor y nuestra amistad se fue enfriándo, por más que traté de tenerla vigente... y me da miedo que mi amistad con la Poly termine igual.
Es curioso descubrir cómo de a poco las personas que han leido este blog me van preguntando si he escrito algo nuevo, dicen que les entretienen mis historias y yo sólo pienso que son mezcla de sentimientos con recuerdos dulces y amargos.
Pues bien, hoy quiero retomar el tema de los cumpleaños, todo porque no me he podido sacar de la cabeza que la Poly siga enojada conmigo. El otro día le mandé un correo diciendole lo mucho que yo y la Cata la echamos de menos pero no hubo ninguna respuesta. A lo mejor si le vuelvo a escribir... y lo peor es que sé que se acerca el cumpleaños de la Danielita pero no me acuerdo la fecha exacta y me encantaría saberla. Para quienes no saben quién es la Dany, es la hija de la Poly que cumple un añito de vida.
Por otro lado, estuvo recién de cumpleaños otra amiga que no veo hace mucho tiempo, la Sole, eramos compañeras del colegio y si no la llamé no fue porque no me acordé, sino porque el tiempo nos ha puesto muy distantes, tan distantes que hace más de un año que no sé nada de ella. Pero la culpa no es toda mía, ella tampoco me ha llamado... creo que no me ha llamado nunca, que siempre fui yo quien la llamaba hasta que me aburrí y perdí el contacto... así, sin más ni más.
Recuerdo cuando eramos bien chicas y estabamos en el colegio, la Sole era como la niñita rica del curso: siempre faltaba a clases y siempre andaba trayendo cosas extrañas. Gracias a ella comí kiwi por primera vez en mi vida, cuando nadie sabía que diablos era esa fruta mezcla de papa con pelos, también con ella comí (por única vez en mi vida) perdices en escabeche... rico, rico, rico... lo único malo es que todavía tenían perdigones entre medio, uno de los hermanos subía a la cordillera a cazar y pescar, de ahí ese tipo de manjar.
Pero uno crece, cambia todo a nuestro alrededor y nuestra amistad se fue enfriándo, por más que traté de tenerla vigente... y me da miedo que mi amistad con la Poly termine igual.
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