Ni tan lejos, ni tan cerca

Trabajo en un rubro donde los hombres son mayoría. O así por lo menos se supone; la verdad es que en Casa Matriz trabajamos más mujeres que hombres lo que le da un toque muy especial a todo.

Como se imaginan, cuando hay muchas mujeres en un mismo lugar, se generan roces y discusiones que muchas veces no tienen sentido y no nos llevan a ni una parte.

Me siento cómoda trabajando aquí. Llevo poco más de 6 años y me siento tan cómoda como en mi trabajo anterior, con menos presión eso sí.

En esta empresa somos 3 asistentes para cubrir las necesidades de toda la empresa, partiendo desde la Gerencia, Mandos Medios y el “perraje”.
Nos llevamos bien, por lo menos en cuanto a equipo de trabajo, me encanta pues remamos todas para el mismo lado y nos apoyamos los unos con las otras.

A veces las miro conversar y me doy cuenta que su amistad va más allá del trabajo, se van a carretear juntas, conversan de sus cosas privadas y organizan pequeños viajes fuera de Santiago. Si hasta tienen un grupo de Whatsapp donde comparten muchas cosas y al cual nunca he sido invitada. ¡Qué envidia! Pienso más de alguna vez al escucharlas.

Pero todo tiene sus pros y contras.

Desde hace unas semanas me di cuenta que una de ellas ya no almuerza con nosotras. Que ya no comparte como antes y no he querido preguntar qué pasó para no ser indiscreta.

Hoy me acerqué a ella por otro tema relacionado con la oficina y me dice que el dato que busco lo compartieron por el famoso grupito de Whatsapp. Le pedí que me lo reenviara y me dijo “Lo siento, es que ya no estoy en ese grupo. Solo tengo mi teléfono personal y no he sido agregada”.
Mientras me daba la explicación me di cuenta que me miraba nerviosa y hacía gestos con las manos. Casi como si se disculpara conmigo por algo que ella no hizo. En pocas palabras, me confirmó sin una palabra ese quiebre que yo había percibido y por el que no quería preguntar. No quería ni quiero preguntar.

Entonces me di cuenta de la ventaja de estar así como estoy: Ni tan lejos, ni tan cerca.

Porque desde aquí veo las situaciones en un nivel macro y puedo controlar la cantidad de información sobre mi vida privada fuera de la empresa sin problemas. Si estuviera en ese grupo me vería casi en la obligación de tener que contar semana tras semana si salí, dónde fui, si me agarré un mino, etc. Cosas bastante agotadoras cuando no es mucho lo que se hace. Desde la posición en la que estoy, mantengo una distancia razonable, soy incluida en los almuerzos diarios, en el cigarrito después del almuerzo y en una que otra invitación que voy filtrando si decido que me conviene o no.

En todas las empresas ocurren este tipo de cosas, siempre hay un grupo dominante que trata de ser The Best Of de la oficina. Pero llegar a pensar en renunciar porque ya no estás en un grupo de whatsapp…


¿No será mucho?

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