Es mi vida, y qué?
Siempre
quise hacer un viaje para reencontrarme a mí misma. Estas vacaciones tomé valor: salí sola en mi auto rumbo al sur. Claro que sólo me duró dos horas porque de ahí en adelante
estuve acompañada pero sin el ruido habitual. Casi no usé mi teléfono, no usé
redes sociales y en sólo una ocasión encendí mi Notebook para poner música.
A pesar
de haber estado acompañada, hubo instantes en que me sentía agradablemente sola
y pude pensar en mí, mientras miraba el techo. Hice cosas que jamás había
hecho, visité lugares que no conocía, estuve en la tranquilidad de la oscuridad
pero con una pequeña luz que me alumbraba para no perder el rumbo. Me subí a un
caballo después de unos 25 años y cabalgué por la orilla del mar.
Descubrí
que amo mi vida, me gusta la simpleza de mi vida, me gusta la simpleza de mi
trabajo, me gusta poder sentarme a mirar a la gente como camina dentro de un centro
comercial, me gusta disfrutar de un café sola o acompañada, me gusta manejar
aún cuando los tacos retrasen mi retorno al hogar, me gusta que mi gata se
adueñe de la cama a pesar que cada día duermo más chueca.
Soy
feliz sabiendo que mis amigos de verdad me quieren y me aceptan tal como soy,
que no les importa cuánta plata tengo ni cuán importante es mi trabajo, no se
fijan en mi remuneración mensual, sino en lo exitosa que soy en lo que hago. Me
divierto viendo a mis enemigos revolcarse con cada uno de mis logros, pero
tampoco me detengo en ellos porque es una verdadera pérdida de tiempo. Aprendí
que a veces no los puedes eliminar de tu vida, así que es mejor aprender a
convivir con ellos desde la distancia.
Entendí
que quienes buscan a sus amigos por el dinero y status que les pueden dar,
jamás terminarán bien, aparentarán tenerlo todo pero en el fondo, no tendrán
nada.
Perdí
el miedo a enfrentarme a mis monstruos, porque el monstruo más grande en mi
vida soy yo misma. Cuando descubrí eso, me di cuenta que no es un monstruo,
sino una gatita asustada a la que solo le faltaba confianza. Cuando eso ocurre,
ya no tengo miedo ni vergüenza de correr donde el amigo correcto que me de una
palabra de aliento para seguir adelante. Porque sentirse vulnerable es normal,
todos nos sentimos así en algún momento y es un error guardarse ese
sentimiento. Nos estanca y no nos deja continuar.
Dejé de
leer en los diarios horóscopos que jamás se cumplen, prefiero seguir mis
instintos y pensar que cada día será mejor que ayer, por lo que hoy será peor
que mañana.
También
dejé de decir “yo” a cada rato, pues ofendo a quienes me rodean cada vez que me
jacto de lo que hice o no hice.
Tampoco
busco demostrar lo que soy o no soy, no necesito hacerlo pues quienes me
quieren y me conocen, saben exactamente lo que soy y cuánto valgo. Así que
tampoco leo reportajes sobre autoayuda para decir “así soy”.
No
busco el hombre perfecto, con un trabajo perfecto, con una apariencia perfecta
y con un trato perfecto. Tan sólo busco un hombre que se ajuste a mi simple
forma de vida.
Si
aparece o no, sólo la vida lo dirá.
Comentarios
Pilar Villacampa
Saludos.