Febrero

Cada vez me gusta menos Febrero. Nunca salgo de vacaciones en Febrero porque Santiago se pone agradable, las temperaturas bajan un poco, las calles tienen menos auto, los tiempos de traslado se acortan y las noches invitan a relajarse, a leer un buen libro, ver una buena película y, si tienes algo de suerte, un trago en compañía de tus amigas que se han quedado a disfrutar de este mes ancladas aquí.

Pero Febrero también me trae malos recuerdos. Quiebres amorosos, dolorosos, de esos que esperabas jamás ocurrieran. También abandoné yo el barco un Febrero.

¿Saben qué es lo que más odio de Febrero? El día de los enamorados. ¿Saben por qué lo odio tanto? Porque jamás he tenido un día de los enamorados como se supone debiera ser. Aún cuando he pasado ese día más de alguna vez en pareja.

De chica veía a mis amigas como eran regaladas con ositos de peluche, ese era el regalo más tradicional. Las miraba y pensaba cuándo me iría a tocar a mi. Mi primer día de los enamorados en pareja me trajo un peluche, ese que estaba de moda y recuerdo haber sido muy feliz. En otra ocasión, con otra pareja, recibí flores. Pero poco a poco mis relaciones fueron cambiando y esa fecha dio paso a la desidia.

El hombre con el que me iba a casar, el último hombre con el que tuve una relación seria, apenas llegó con una tarjeta (que no sé dónde quedó, puede que la haya roto) al otro día.

Me llené de rabia y dolor.

Me quedé con la sensación que no sirvo para el amor, para el romanticismo. Que todo ese cuento no es más que basura.

De todos los febreros el del año pasado fue el peor. Me tuve que bancar el final del cuento con Mr. Right, el acoso de la pequeña sicópata y varias noches sin poder dormir bien.

¿Cuál es el panorama para este año? Dentro de lo que a mí me toca pues no mucho. No hay amante, no hay enamorado, no hay nadie con quien celebrar. Y aunque trate de abstraerme del tema, es casi imposible, porque el tema con los corazoncitos rojos y los enamorados están por todos lados: en la calle, en los diarios, en las radios, en la televisión.

¿No podríamos crear un día para los solteros que no tienen ni un amigo con ventaja siquiera?

No me molesta que se sepa que estoy sola.

A pesar de estar sola, debo confesar que sentí el amor como nunca antes lo había sentido. Hubo un hombre, uno solo hasta el día de hoy, que fue capaz de sacar lo mejor de mi, logró hacerme ver que puedo ser romántica, hacía que no me molestaran las palabras románticas. Un hombre que a veces no se cansaba de decirme que me quería, lo dijo tantas veces que creo que suplió todas aquellas veces que no me lo dijeron. Pero como todas las cosas buenas de la vida, se acabó.

Me llené de soledad y melancolía, sólo me quedaron sus palabras.


No sé si la esperanza en mi se desvaneció con él.

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