Moira

Hay amistades y amistades. Hay amistades que se pierden rápido y otras no tanto. Hay otras amistades que son capaces de sobrevivir al paso de los años y otras que se quiebran y uno nunca sabe bien por qué.

Pero hay amistades que, a pesar de los errores, de los malos ratos, de las peleas y el distanciamiento, son capaces de ver más allá y, aún después de años, se vuelven a reunir con un “sin rencor” sincero.

A pesar de haber cursado casi toda mi enseñanza en el mismo colegio y con las mismas compañeras, son pocas a las que puedo reconocer como amigas, son más las que reconozco como compañeras y no de pesada, sino porque esto de la amistad es igual que en el amor: o hay feeling o no hay feeling.

De mi época de estudiante de Diseño Gráfico me pasa lo mismo, creo que conservo a una sola, con la que me comunico de cuando en cuando.

A pesar de haber estado varios años estudiando Publicidad, casi no estreché lazos con nadie. Sé de muchos de ellos por facebook pero en realidad poco y nada contacto tengo con ellos.

Cuando estudié en Manpower fue la mejor época, me sentía libre, empoderada de mí misma y con ganas de conquistar el mundo. Recuerdo como si fuera ayer el primer día de clases del segundo semestre. Ahí a pocos metros míos había una chica flaca, crespa, siempre ojerosa y de malas pulgas. Me llamaba la atención y yo le caía mal.

No sé en qué minuto nos hicimos amigas, no sé en qué minuto nos hicimos casi inseparables. Cultivamos una amistad bastante particular que se vio fortalecida cuando salimos al mundo laboral. Era entretenido tener a quién contarle todas mis penas, de la vida, y del amor.

Coprotagonista de casi todo este blog, amiga de juerga, de penas y alegrías. De viajes y sueños imposibles nos distanciamos hace ya casi 3 años pero jamás dejé de pensar en ella.

Muchas veces me dijeron “mándala a la cresta” “hazla caminar por el caminito de flores y te olvidas de ella” Traté una y otra vez de hacerlo pero no pude. A lo mejor el cariño que le tenía era demasiado grande, es que con el paso de los años la fui viendo como si fuera mi hermana menor más que mi amiga.

Como mi hermana menor. Así la sentí, así la sigo sintiendo.

Muchas veces en mis sueños se me aparecía, sin razón aparente, pero por las mañanas sabía que en mis sueños había estado ella. Como podía trataba de indagar si estaba bien porque esos sueños algo me decían y no estaba segura qué.

Hasta que llegó un momento en que nadie supo darme una respuesta. Hasta que mis sueños se me hicieron intolerables y decidí tomar el toro por las astas.

Un simple correo enviado el año pasado (¡qué cliché eso de “el año pasado” cuando fueron tan sólo un par de días atrás!) y una respuesta. Fue todo lo que necesitaba para saber que mi amiga seguía igual que yo: echándola de menos.

Mi alegría es grande, es como si hubiese perdido una joya valiosa y después de mucho la hubiese encontrado ahí mismo donde sabía que la había dejado, pero no la veía.

Los años han pasado no en vano, hay mucho que contarse, mucho que volver a compartir y estoy segura que mucho de qué reírnos.

Y para los que no estén de acuerdo en que esto haya pasado, desde ya les digo que no me importa, porque era lo que le faltaba a mi alma, el condimento principal para que este año 2014 sea maravilloso.


Le duela a quien le duela.

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