De Copas
Este fue más bien un fin de semana movido, me fui de copas el día sábado, como hacía tiempo no lo hacía.
Hace rato ya que quería salir, pero no sólo con mis amigas, sino que quería más bien enfiestarme por ahí, bailar un rato y tal vez conocer gente nueva.
Como si me hubiesen concedido un deseo, algo salió por ahí y me convencieron de asistir a un cumpleaños en un pub.
Es curioso como salen las cosas a través de las famosas redes sociales. Si no hubiese sido porque la Laura me preguntó si iba a ir a un cumpleaños.
- ¿Qué cumpleaños?
- El de Juan Carlos poh…
- No conozco ningún Juan Carlos
- La Moira está invitada…
Llamé a la Moira y le pregunté:
- Oye, ¿vas a ir al cumpleaños en Vizcachas?
- No ¿cómo sabes?
- Es que la Laura me dijo que tú estabas invitada y me preguntó si íbamos a ir
- Yo no voy a ir, ¡¡pero anda tú!!
Al final terminé yendo sin conocer absolutamente a nadie más que la Laura.
Llegué a buscarla a su casa y me tenía una Mistral Ice bien helada para iniciar “la previa” de la noche. Conversamos un rato mientras se arreglaba y partimos. Hacía tanto tiempo que no iba al pub De Copas que me pasé de largo y me tuve que devolver, la falta de práctica, pensé. Llegamos justo cuando el festejado iba llegando, así que fue menos traumática la entrada.
Había una mesa larga, casi llena de minas, donde nos instalamos. Hasta que la Laura se dio cuenta que había una amiga del trabajo con su hermano en otra mesa, así que nos cambiamos para estar con ellos; aunque poco nos duró, Juan Carlos se dio cuenta y nos hizo sumarnos a la gran mesa ya existente.
Al poco rato comenzó a llegar más y más gente. Entre medio llegaron dos guapos con una mina y se instalaron al lado nuestro. Me gustó uno de ellos, tenía una pinta típica del mino distante, con cara de pocos amigos, el otro se reía y hablaba con todos los que pasaban por su lado. De pronto me di cuenta que era pareja con la mina.
Comenzó la música, comenzó la fiesta, todos salieron a bailar. Menos yo, obvio, si no conocía a nadie, nadie me sacaba a bailar. Comencé a sentirme algo incómoda, no es fácil quedarse sola en una mesa, en un lugar público, donde además no conoces a nadie.
Me salvó la Laura que me hizo salir a bailar con ella.
¡Hacía tanto tiempo que no bailaba! Al principio sentí un poco de vergüenza al comenzar a bailar, después me lancé y no me paró nadie, hasta dos horas después.
Yo bailaba y bailaba, hasta que el guapo se puso a bailar conmigo. Bailaba con él, bailaba con el amigo, me pasaban una copa de ron que yo aceptaba, hacía como que tomaba y se las devolvía. Ellos eran felices pensando que estaban bailando con una mina que les seguía el amén en todo.
De pronto me di cuenta que la mina se estaba enojando de a poco “No les hagas caso” me dijo en un minuto “No te preocupes, déjalos que sólo se están divirtiendo un poco” Pero a ella no le pareció que su mino se divirtiera con alguien a quien no conocía, es decir, conmigo.
Claro, como no se iba a molestar si se ponía detrás de mí mientras el otro guapo se ponía en frente mío y bailábamos los tres felices de la vida.
Bueno, a mi siempre me gustó bailar y siempre lo he hecho para mí, no para el resto. Pero, cuando bailo, parece que envío mensajes errados al sexo opuesto. Pero no es mi culpa, jamás lo he hecho intencionalmente.
Bueno, un par de veces sí.
Sorpresivamente el mino me tomó por la espalda y me besó en el cuello mientras me decía que me fuera con él a su casa. No se me movió ni un pelo, lo miré, le sonreí y le dije “No, esta noche, no”
Seguí bailando con el guapo, mientras la pareja del mino estaba furiosa y de tanto en tanto le insistía para que se fueran. Pero él seguía insistiéndome para que me fuera con él o que por lo menos le diera mi número telefónico.
Cuando ya se iba, insistió por última vez. Le dije suavemente al oído “Anda con tu mina, que se le quite el enojo contigo, hazle mucho cariño… mientras piensas en mi”
Al final de la noche el catastro fue el siguiente:
Minas enojadas: 1
Minos en problemas: 1
Minos vueltos locos: 2
Minas sintiéndose la mujer más sexy del mundo sólo una: Yo.
Hace rato ya que quería salir, pero no sólo con mis amigas, sino que quería más bien enfiestarme por ahí, bailar un rato y tal vez conocer gente nueva.
Como si me hubiesen concedido un deseo, algo salió por ahí y me convencieron de asistir a un cumpleaños en un pub.
Es curioso como salen las cosas a través de las famosas redes sociales. Si no hubiese sido porque la Laura me preguntó si iba a ir a un cumpleaños.
- ¿Qué cumpleaños?
- El de Juan Carlos poh…
- No conozco ningún Juan Carlos
- La Moira está invitada…
Llamé a la Moira y le pregunté:
- Oye, ¿vas a ir al cumpleaños en Vizcachas?
- No ¿cómo sabes?
- Es que la Laura me dijo que tú estabas invitada y me preguntó si íbamos a ir
- Yo no voy a ir, ¡¡pero anda tú!!
Al final terminé yendo sin conocer absolutamente a nadie más que la Laura.
Llegué a buscarla a su casa y me tenía una Mistral Ice bien helada para iniciar “la previa” de la noche. Conversamos un rato mientras se arreglaba y partimos. Hacía tanto tiempo que no iba al pub De Copas que me pasé de largo y me tuve que devolver, la falta de práctica, pensé. Llegamos justo cuando el festejado iba llegando, así que fue menos traumática la entrada.
Había una mesa larga, casi llena de minas, donde nos instalamos. Hasta que la Laura se dio cuenta que había una amiga del trabajo con su hermano en otra mesa, así que nos cambiamos para estar con ellos; aunque poco nos duró, Juan Carlos se dio cuenta y nos hizo sumarnos a la gran mesa ya existente.
Al poco rato comenzó a llegar más y más gente. Entre medio llegaron dos guapos con una mina y se instalaron al lado nuestro. Me gustó uno de ellos, tenía una pinta típica del mino distante, con cara de pocos amigos, el otro se reía y hablaba con todos los que pasaban por su lado. De pronto me di cuenta que era pareja con la mina.
Comenzó la música, comenzó la fiesta, todos salieron a bailar. Menos yo, obvio, si no conocía a nadie, nadie me sacaba a bailar. Comencé a sentirme algo incómoda, no es fácil quedarse sola en una mesa, en un lugar público, donde además no conoces a nadie.
Me salvó la Laura que me hizo salir a bailar con ella.
¡Hacía tanto tiempo que no bailaba! Al principio sentí un poco de vergüenza al comenzar a bailar, después me lancé y no me paró nadie, hasta dos horas después.
Yo bailaba y bailaba, hasta que el guapo se puso a bailar conmigo. Bailaba con él, bailaba con el amigo, me pasaban una copa de ron que yo aceptaba, hacía como que tomaba y se las devolvía. Ellos eran felices pensando que estaban bailando con una mina que les seguía el amén en todo.
De pronto me di cuenta que la mina se estaba enojando de a poco “No les hagas caso” me dijo en un minuto “No te preocupes, déjalos que sólo se están divirtiendo un poco” Pero a ella no le pareció que su mino se divirtiera con alguien a quien no conocía, es decir, conmigo.
Claro, como no se iba a molestar si se ponía detrás de mí mientras el otro guapo se ponía en frente mío y bailábamos los tres felices de la vida.
Bueno, a mi siempre me gustó bailar y siempre lo he hecho para mí, no para el resto. Pero, cuando bailo, parece que envío mensajes errados al sexo opuesto. Pero no es mi culpa, jamás lo he hecho intencionalmente.
Bueno, un par de veces sí.
Sorpresivamente el mino me tomó por la espalda y me besó en el cuello mientras me decía que me fuera con él a su casa. No se me movió ni un pelo, lo miré, le sonreí y le dije “No, esta noche, no”
Seguí bailando con el guapo, mientras la pareja del mino estaba furiosa y de tanto en tanto le insistía para que se fueran. Pero él seguía insistiéndome para que me fuera con él o que por lo menos le diera mi número telefónico.
Cuando ya se iba, insistió por última vez. Le dije suavemente al oído “Anda con tu mina, que se le quite el enojo contigo, hazle mucho cariño… mientras piensas en mi”
Al final de la noche el catastro fue el siguiente:
Minas enojadas: 1
Minos en problemas: 1
Minos vueltos locos: 2
Minas sintiéndose la mujer más sexy del mundo sólo una: Yo.
Comentarios
saludos!
Sí, me besó en el cuello ¿y qué? o por lo menos esa cara puse... jajajajaa...
Saludos!