Semana de Reflexiones
Esta semana me he dedicado a reflexionar y a pensar qué fue lo que hice en mi vida para que los últimos 20 años fuesen tan malos.
Claro, porque no puedo decir que lo he pasado fenomenal, al contrario, lo más que puedo recordar de estos 20 últimos años han sido puros problemas que me dejan con la sensación que soy una tremenda fracasada.
Suena fuerte.
Ok, trataré de suavizarlo.
Salí del colegio sin saber qué quería hacer de mi vida, me puse a estudiar una carrera que realmente no tenía idea de qué se trataba, ni tampoco tenía las suficientes aptitudes para ella. Hice perder a mis papás dos años de colegiatura más los materiales que eran carísimos en esa época.
Después, el día que me echaban de la casa de estudios por haber reprobado por segundo año consecutivo el mismo ramo, me fui a estudiar mi segunda carrera. Claro, ahora estaba un poco más convencida de lo que quería y tenía un par de neuronas más juntas que antes. Fueron 6 años de lucha para poder graduarme y titularme. El problema es que jamás ejercí porque jamás me llamaron de ninguna agencia, además que no tenía contactos en ninguna parte como para utilizarlos y ser llamada siquiera hacer una práctica. Parte del problema fue que el lugar donde estudié no obligaba a realizar práctica, es decir, no estaba contemplada dentro de la malla curricular, por lo que uno salía no más a buscar trabajo con el título bajo la manga y punto.
Vagué un tiempo, me encontré un trabajo malo donde estuve varios meses (cerca del año) para finalmente verme enfrentada a que nada de lo que había estudiado servía. Y ya se me habían pasado casi 10 años y no tenía nada de qué aferrarme.
Entonces me mandaron a estudiar nuevamente. Sí, me mandaron a estudiar, porque la decisión no vino de mí precisamente. Yo asentí e hice lo mejor que pude.
Aquí me detengo, porque estudiando otra vez fue que conocí a la Moira y ella es de las pocas cosas buenas que me han pasado.
Sigamos: Me gradué, hice la práctica, me titulé... a los dos meses estaba haciendo reemplazos y no paré de trabajar en esa empresa hasta hace una semana atrás. 9 años de mi vida encerrada, sin tener contacto con la realidad.
Para lo que no saben cómo fue mi vida durante estos 9 años, se los resumo: Lunes a Viernes me levantaba a las 05:45 AM, salía de mi casa a las 06:40 AM para llegar a trabajar a las 08:30 AM a un lugar del cual no salía (nisiquiera para almorzar afuera) a las 06:00 PM y llegaba a mi casa alrededor de las 08:00 PM
Así fue mi vida, con algunas escapadas después de las 06:00 PM a tomarme un trago con la Moira. Pero viví encerrada, si quería salir en mi media hora de almuerzo (sí, tenía sólo media hora) tenía que hacer una solicitud, hacerla firmar por mi jefe y pasarla por la guardia, para que una copia se fuera a RRHH y la otra a mi jefe. Tal como si hubiese sido una cárcel de máxima seguridad.
No sé, hoy miro para atrás y me doy cuenta que hace mucho debí salir de ahí. El problema es que nunca tuve las agallas suficientes para hacerlo. Hoy día me siento sola, frustrada y algo desorientada. Quiero con todo mi corazón encontrar un nuevo trabajo pronto, algo que sea distinto, que me haga feliz.
Claro, porque no puedo decir que lo he pasado fenomenal, al contrario, lo más que puedo recordar de estos 20 últimos años han sido puros problemas que me dejan con la sensación que soy una tremenda fracasada.
Suena fuerte.
Ok, trataré de suavizarlo.
Salí del colegio sin saber qué quería hacer de mi vida, me puse a estudiar una carrera que realmente no tenía idea de qué se trataba, ni tampoco tenía las suficientes aptitudes para ella. Hice perder a mis papás dos años de colegiatura más los materiales que eran carísimos en esa época.
Después, el día que me echaban de la casa de estudios por haber reprobado por segundo año consecutivo el mismo ramo, me fui a estudiar mi segunda carrera. Claro, ahora estaba un poco más convencida de lo que quería y tenía un par de neuronas más juntas que antes. Fueron 6 años de lucha para poder graduarme y titularme. El problema es que jamás ejercí porque jamás me llamaron de ninguna agencia, además que no tenía contactos en ninguna parte como para utilizarlos y ser llamada siquiera hacer una práctica. Parte del problema fue que el lugar donde estudié no obligaba a realizar práctica, es decir, no estaba contemplada dentro de la malla curricular, por lo que uno salía no más a buscar trabajo con el título bajo la manga y punto.
Vagué un tiempo, me encontré un trabajo malo donde estuve varios meses (cerca del año) para finalmente verme enfrentada a que nada de lo que había estudiado servía. Y ya se me habían pasado casi 10 años y no tenía nada de qué aferrarme.
Entonces me mandaron a estudiar nuevamente. Sí, me mandaron a estudiar, porque la decisión no vino de mí precisamente. Yo asentí e hice lo mejor que pude.
Aquí me detengo, porque estudiando otra vez fue que conocí a la Moira y ella es de las pocas cosas buenas que me han pasado.
Sigamos: Me gradué, hice la práctica, me titulé... a los dos meses estaba haciendo reemplazos y no paré de trabajar en esa empresa hasta hace una semana atrás. 9 años de mi vida encerrada, sin tener contacto con la realidad.
Para lo que no saben cómo fue mi vida durante estos 9 años, se los resumo: Lunes a Viernes me levantaba a las 05:45 AM, salía de mi casa a las 06:40 AM para llegar a trabajar a las 08:30 AM a un lugar del cual no salía (nisiquiera para almorzar afuera) a las 06:00 PM y llegaba a mi casa alrededor de las 08:00 PM
Así fue mi vida, con algunas escapadas después de las 06:00 PM a tomarme un trago con la Moira. Pero viví encerrada, si quería salir en mi media hora de almuerzo (sí, tenía sólo media hora) tenía que hacer una solicitud, hacerla firmar por mi jefe y pasarla por la guardia, para que una copia se fuera a RRHH y la otra a mi jefe. Tal como si hubiese sido una cárcel de máxima seguridad.
No sé, hoy miro para atrás y me doy cuenta que hace mucho debí salir de ahí. El problema es que nunca tuve las agallas suficientes para hacerlo. Hoy día me siento sola, frustrada y algo desorientada. Quiero con todo mi corazón encontrar un nuevo trabajo pronto, algo que sea distinto, que me haga feliz.
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