Partir

A principios de este mes tuve que enfrentarme a una partida que me dejó helada porque, a pesar que más de alguna vez quise que esa persona se fuera, nunca me imaginé que iba a ocurrir.
Y ojo, que no estoy hablando de la muerte de alguien, simplemente estoy hablando del alejamiento de gente en el trabajo.
Por mucho tiempo me imaginé qué pasaría si mi compañera de trabajo desapareciera; muchos saben que se pasó un año completo haciéndome la vida imposible para que fuese yo quien diera el paso y me retirara, y sin embargo fue ella la que tuvo que alejarse. No precisamente porque quisiera, sino porque la echaron.
Y me tomó tan de sorpresa, que aún no estoy segura de cómo debo reaccionar, de cómo debo pensar, mucho menos de qué es lo que debo hacer.
Todo esto porque su alejamiento trae cambios en la empresa, cambios de los cuales soy parte activa y no muy convencida pues han determinado que debo dejar mis actuales funciones para desempeñarme en otras. El problema es que amo lo que hago, me apasiona mi actual trabajo y no quiero, por nada de este mundo, dejar de hacer lo que hoy hago.
Algunas personas me dicen que así voy a descansar, que hoy día corro mucho para dejar a tanta gente contenta, pero yo no quiero estar más tranquila, me gusta correr, me gusta atender tanta gente a la vez, me apasiona hacer lo que hoy hago.
¿Quién me entiende? Pues nadie, porque muchas personas desearían con todo su ser trabajar menos y ganar lo mismo.
Así que he tomado una decisión: yo también partiré, pero por mis propios medios, por la puerta principal y la frente en alto, no como ella que tuvo que hacerlo escabulléndose por entre los pasillos para que nadie la viera llorar, hasta llegar a la puerta de atrás.
¡Qué triste! Para mí es muy triste amar lo que hago y dejarlo, pero no me queda otra opción. Ví por muchos años trabajar a mi mamá en algo que no le gustaba, amargada, día tras día levantándose sin ganas de llegar al trabajo. Yo no quiero eso para mí. Hasta hace un par de semanas atrás, yo me levantaba feliz de ir a trabajar, con ganas de hacer mi trabajo y hacerlo mejor que nadie. Pero hoy día me he sumido en la incertidumbre más grande porque aún estoy luchando por no cambiar mi trabajo por otro.
A lo mejor Dios me ayuda y me deja ahí, a lo mejor mis súplicas se escuchan a un nivel más alto y puedo seguir en mi lugar.
Sino, pues partiré a buscar nuevas oportunidades, nuevos horizontes, nuevas cosas por aprender.
Comentarios
Lo que te sucede es más habitual de lo que te crees, a mucha gente los 'ascensos' le resultan empobrecedores.
Si son unos gestores eficaces, se darán cuenta de lo que están a punto de perder, pues una persona que ama su trabajo es impagable, derrocha esfuerzo, imaginación e iniciativa, además de contagiar con su entusiasmo al resto.
Si son los típicos inútiles, lo que sucederá es que quedarán sobreaviso de tu insatisfacción con tu empleo actual, pero si no están dispuestos a buscar un sustituto para que sigas haciendo lo de antes, tampoco lo estarán para reemplazarte hasta que tu marcha sea inevitable... ¿o no?
Ánimo. Un besazo en la distancia, a través de la niebla que me rodea.
Saludos