Tress + Tress = Stress
Si, lo confieso: Me siento estresada.
Creo que pocas veces en mi vida me he sentido tan cansada, me duele todo el cuerpo partiendo desde la punta del pelo a la punta de la uña de los pies que, por cierto, la pedicurista me las pintó de un color tan lindo que camino mirando el suelo, no por miedo a caerme, sino que lo hago sólo por ver mis lindas patitas.
Es que todos los veranos me pasa lo mismo: llega más trabajo, la gente se va de vacaciones y se queda la pobrecita de mi a tratar de resolver problemas que no tengo por qué, a realizar informes que ni entiendo para qué sirven, a poner la cara cuando un cliente mal atendido está furioso y quiere desahogarse con alguien y ese alguien está tirado en la playa más lejana a Santiago.
De pronto siento como las 6 líneas de mi teléfono están alertándome de llamadas, me bombardean con correos diciéndome qué tengo que hacer y solicitándome otras cosas más... El viernes a las 16:00 horas estaba a punto de ponerme a llorar frente al pc cuando tomé una gran bocanada de aire y en menos de un minuto puse todas las cosas en su lugar, envié todos los correos que tenía que enviar, llamé para verificar el recibo de los correos, me colgé la cartera y partí corriendo lejos de la oficina...
No se preocupen, los viernes salgo a esa hora, no es que haya hecho abandono de trabajo. Hoy ya comenzaron a volver algunas personas y ya me siento mejor, más tranquila y soportando la última semana laboral antes de mis vacaciones.
A todo esto y hablando de mis vacaciones ¿Qué, pensaban que mi sufrimiento había terminado? Pues no, recuerden que soy yo: María Pilar, y sólo a mí (y a mi socia Moira) le pueden pasar las cosas más increibles.
Se suponía que nuestro nuevo ejecutivo de Lan Chile debía llamarnos para ir a retirar los tickets del hotel; como el jueves aún no nos llamaban e instada por la Moira, decidí pasar después del trabajo a preguntar qué pasaba. Como mi semana no fue buena, lo dilaté bastante hasta que el jueves me desperté en el bus de la empresa justo para bajarme e ir a preguntar.
Entré al local, miro y... ¡Sorpresa! Estaba pelota 1 (ex-mijitorico) atendiendo en ese local junto con su secuaz, los mismos que nos querían vender el viaje por más de $100.000.- Rápidamente y antes que me reconocieran salí del local y le informé a la Moira que ni loca entraba a preguntar por los tickets del Hotel. Sobretodo porque, después del incidente anterior y de haber comprado en otro local de Lan Chile, me seguían llamando para que fuera a cancelar.
Así que, muerta de la risa, en actitud comando, decidí que no sería mala idea buscar el centro de masajes donde la otra vez me habían dejado tan bien. Pero antes debía comprar dólares.
Me fui caminando sin ninguna preocupación por dentro del Mall con rumbo a la casa de cambio cuando mis ojos se toparon con una vitrina que decía "uñas acrílicas, uñas de gel, pedicura, podología"
"Pedicura, podología" esas palabras se repetían incesantemente dentro de mi mente. Estoy casi segura que mis pupilas se dilataron y mi cuerpo generó adrenalina a mil... Entré sin pensarlo mucho y pedí una sesión de pedicura.
Me hicieron subir al segundo piso, me sentaron en un sillón de cuero negro, trajeron una tina para pies, de esas con burbujas, vibraciones y masajes, le pusieron gel aromático y me acomodé en el sillón. Cuando en eso la niña toma un control remoto y el sillón comienza a vibrar.
"Ahh!!! qué agradable!!!" le dije "Con esto y el stress que tengo me voy a quedar dormida"
De pronto el sillón comenzó a moverse entero, me hacía masajes desde la cabeza hasta los riñones, me levantaba, luego me bajaba, me acariciaba la espalda, luego le daba suaves golpecitos... Oh My God!!!" Alcancé a exclamar justo cuando estaba en el paroxismo mismo de tantas sensaciones y suena mi teléfono.
¿Por qué la Moira me llama justo en esos momentos más intimos de placer? Cualquiera diría que me huele desde lejos. No me pregunten para qué me llamaba porque no entendí nada de lo que me dijo, sólo sé que le dije que después la llamaba.
En un pequeño momento en que mis sentidos pudieron volver en sí y darme cuenta que me estaban haciendo la pedicure, la niña me pregunta "¿De qué color va a querer las uñas?" Me daba lo mismo el color, lo único que quería era que el sillón no parara jamás "Del color que quieras mientras se demore harto en secar"
Ufff... es que ustedes ni se imaginan cómo salí de ahí: me sentía fresca, liviana, relajada y con los pies más lindos de Santiago, con la uñas pintadas de un color uva precioso...
P.D.: Regalo útil, un super sillón que me dé masajes todas las tardes después del trabajo mientras hago zapping en el cable.
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