Cerrando Círculos
Dicen que es bueno cerrar los círculos porque nos hace crecer. Cerrar la puerta detrás de nosotros para avanzar sabiendo que no dejamos nada a medias.
Hoy cerré un círculo bastante doloroso. Hoy volví a entrar por primera vez en 10 meses y 4 días a mi ex-empresa.
Hoy volví a entrar por última vez.
Este trance me sacó dolor, sudor y lágrimas.
Dolor porque no fue nada fácil para mí revivir los malos momentos vividos ahí, después de tantos años sintiendo que ese lugar era más mi casa que mi propio hogar.
Lágrimas porque me sentí tan impotente en un minuto, tan desesperada que estuve a punto de regalar lo que era mío.
Sudor porque hacía un calor salvaje en la Capital del Reino. Menos mal que mi auto tiene aire acondicionado...
El tema era el siguiente: en todas las empresas existe una gratificación que entrega a sus trabajadores. Esta gratificación puede ir considerada mensualmente en el salario o puede ser entregada una vez al año.
Esta gratificación, en el caso de los ex-trabajadores, también debe ser entregada, sin importar cuánto tiempo del periodo anterior hayan trabajado.
A mi me correspondían 3 meses y pensaba que me iban a entregar dos pesos.
Esta mañana me llamó mi ex jefe que vió la cifra que me correspondía y era mucho más de lo que yo me imaginaba.
Me largué a llorar.
Traté a través de mi hermana de ver si ella podía retirarlas por mí pero no era factible puesto que se necesitaba mi firma.
Hablé con Marcelo y le pregunté si me podía acompañar, porque sola no era capaz nisiquiera de subirme al auto.
Ahora ya me siento mejor, me siento más liviana, más contenta, como que me quité un tremendo peso de encima. Ver a los guardias sonreir al escuchar mi nombre, verlos salir de la caseta a saludarme, sentir el cariño de todas las personas con las que me encontré, hizo que mis fantasmas quedaran atrás y que pudiera cerrar la puerta suavemente.
Tan sólo dejé una copia de la llave bajo el tapete para esas personas que me quieren y me valoran aún. Esas personas a las que siempre llevaré en mi corazón.
Hoy cerré un círculo bastante doloroso. Hoy volví a entrar por primera vez en 10 meses y 4 días a mi ex-empresa.
Hoy volví a entrar por última vez.
Este trance me sacó dolor, sudor y lágrimas.
Dolor porque no fue nada fácil para mí revivir los malos momentos vividos ahí, después de tantos años sintiendo que ese lugar era más mi casa que mi propio hogar.
Lágrimas porque me sentí tan impotente en un minuto, tan desesperada que estuve a punto de regalar lo que era mío.
Sudor porque hacía un calor salvaje en la Capital del Reino. Menos mal que mi auto tiene aire acondicionado...
El tema era el siguiente: en todas las empresas existe una gratificación que entrega a sus trabajadores. Esta gratificación puede ir considerada mensualmente en el salario o puede ser entregada una vez al año.
Esta gratificación, en el caso de los ex-trabajadores, también debe ser entregada, sin importar cuánto tiempo del periodo anterior hayan trabajado.
A mi me correspondían 3 meses y pensaba que me iban a entregar dos pesos.
Esta mañana me llamó mi ex jefe que vió la cifra que me correspondía y era mucho más de lo que yo me imaginaba.
Me largué a llorar.
Traté a través de mi hermana de ver si ella podía retirarlas por mí pero no era factible puesto que se necesitaba mi firma.
Hablé con Marcelo y le pregunté si me podía acompañar, porque sola no era capaz nisiquiera de subirme al auto.
Ahora ya me siento mejor, me siento más liviana, más contenta, como que me quité un tremendo peso de encima. Ver a los guardias sonreir al escuchar mi nombre, verlos salir de la caseta a saludarme, sentir el cariño de todas las personas con las que me encontré, hizo que mis fantasmas quedaran atrás y que pudiera cerrar la puerta suavemente.
Tan sólo dejé una copia de la llave bajo el tapete para esas personas que me quieren y me valoran aún. Esas personas a las que siempre llevaré en mi corazón.
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